portal del monaguillo
  la oración
 

 




Introducción sobre la oración
 
 
El sentido de la oración es el ámbito de la experiencia, contacto entre dos personas, relación de actitudes, verdadera presencia mutua, convivencia personal, existencia activa, comunicación de amor. La oración es comunicación con Dios y yo debo estar seguro de ello; la oración con Dios debe ser como la relación de una pareja que realmente se quiere, en pocas palabras la oración es una relación íntima y personal con Dios, donde hablamos de un autentico amor.
 
No lo hemos entendido así la mayoría de veces al tratar la oración. Nos hemos acercado a Dios con monólogos interminables, llenos de peticiones, hablando, hablando mucho, sin dejar hablar… ¿es esto lo normal en las relaciones de amor entre dos personas?, el señor que ha hecho al hombre lo dice claramente: “Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo” (Mt 6, 7-8).
 
A la hora de orar existen unos condicionamientos que debemos tener en cuenta, estos son:
 
  1. mi oración debe estar integrada en la vida
  2. mi oración debe tener una conciencia comunitaria
  3. mi oración debe responder a una necesidad
 
Muchas veces se encuentran varias dificultades para hacer oración, tales como – no hay tiempo, tengo mucho trabajo, se me olvida, no tengo un lugar apropiado, etc.- es verdad, pero esto sucede cuando la oración no ha llegado a ser una necesidad integrada en la vida. Podemos estar muy ocupados, ir de viaje, o entregarnos a un asunto importante, pero ninguno, se olvida del desayuno, del almuerzo, de la cena. Hay algo integrado físicamente, que es una necesidad. Podemos integrar la oración en nuestra existencia hasta convertirla e una necesidad. Mejor, hasta descubrir que es una necesidad para nuestra persona.
 
Algo que se bebe tener muy en cuenta, es que a la hora de entrar en un dialogo con Dios debo presentarme tal y como soy, no tratar de presentarse con una personalidad, pues ninguna relación valida puede establecerse entre un yo falso y Dios.
 
Algunas decisiones prácticas.
 
  1. La oración esta en la dinámica del amor. Es una experiencia nueva e inédita que se vive cada día de un modo distinto.
  2. integra la oración en tu vida como una necesidad, a la que no te puedes sustraer.
  3. vive la plenitud del mundo, las angustias y los gozos de tus hermanos en la oración.
  4. no temas las exigencias de Dios. Fíate de una vez para siempre, tal como eres y tal como estás en la plenitud de tu verdad.
  5. aprende la técnica de oír, de escuchar y practicar. Será el inicio de avanzas, de que vas penetrando en esa amistad, y surge un nuevo mundo. Es el que vives, pero con una lectura nueva, deslumbrante.
  6. vive el aquí y ahora de tu vida en oración. En esta situación y en este momento él esta revelando, y te dice algo en el acontecimiento, en lo cotidiano, en el encuentro, en tu caída, en tu éxito, en tu fracaso, en tu duda… déjate interpelar aquí y ahora por alguien que te ama.
 
 
 
 
 
El cuerpo templo de oración
 
 
Así como el cuerpo esta cubierto de piel… músculos… corazón… así somos nosotros cuerpos y almas cubiertos en la bondad de Dios. El cuerpo que tenemos es un lugar desde el cual podemos entrar en contacto con Dios por medio de la oración.
 
La manera en la que nos relacionamos con nuestro cuerpo afecta profundamente nuestra relación con Dios y con nuestros semejantes, nuestras oraciones y nuestra vida. Si despreciamos alguna parte de nuestro cuerpo, por pequeña que esta sea, daña la totalidad de nuestro ser.
 
La atención a nuestro cuerpo es una parte integral de nuestra vida espiritual. La postura, la respiración, los movimientos, los gestos, la ropa, afectan nuestra oración. Pero a través de la disposición de nuestro cuerpo desarrollamos una percepción de nuestra vida interior que nos ayuda a aceptar y a discernir la presencia divina.
 
¨      Posturas estacionarias, tales como pararse, sentarse, arrodillarse, y acostarse, nos ayuda a orar. Para poder sentarnos, podemos quitarnos los zapatos y utilizar una esquina y/o un tapete para orar. En el caso de la oración sostenida o continua, es recomendable permanecer sentado. Hay que sentarse con la espalda recta, con el cuerpo relajado y con los pies en el piso, en una silla cómoda o en una banca para poder permanecer alertas y atentos al espíritu. Los ojos cerrados, o fijos en un punto. Es útil permanecer quietos. El movimiento puede distraernos.
¨      Los gestos significativos, también nos pueden ayudar tales como tocar, sonreír, estrechar las manos, encender una vela, y hacer posturas sencillas con las manos.
 
Un buen método para lograr una mejor concentración a la hora de orar es realizar algunos ejercicios de respiración y tratar de escuchar todos los sonidos que están a mí alrededor.
 
Otros modos de orar con el cuerpo lo enseña Santo Domingo:
 
*      Inclinando la cabeza
*      Recostarse boca abajo
*      De rodillas
*      De pie
*      De pie con las manos juntas
*      De pie con los brazos abiertos
*      De pie con las manos levantadas
*      Con la lectura sagrada
*      Orando en el camino, en el trabajo, en las labores.
 
 
 
 
La lectio divina “lectura de Dios”
 
 
La lectio divina es el mejor método de lectura-oración-reflexión que tiene la iglesia para poder conocer, profundizar y vivir la palabra de Dios. Es un método que favorece el encuentro personal y comunitario con el señor por medio de su palabra. Es una metodología que ayuda a conocer el texto, a gustar de el, a reflexionarlo, a encontra a Dios en el y a dejar que el señor nos hable e ilumine nuestra vida por ese medio.
 
Pasos.
 
 Lectio (lectura): primero que todo, antes de comenzar a leer debemos pedirle al espíritu santo que nos ilumine para así comprender el mensaje que Dios nos tiene en el texto. Este es el primer paso de la lectio divina, consiste en leer y releer el texto de la Biblia, identificando los personajes, la acción, los símbolos, las palabras claves. Tener en cuenta en que época se sitúa el texto. Nos podemos preguntar: ¿Qué dice el texto?
 
        Aquí no hay prisa, es gustar de la palabra para conocer al señor que nos habla por medio de ella.
 
 Meditatio (meditación): Debemos colocarnos en los zapatos de los personajes, ¿Qué esta pensando, que siente, etc.? Después de haber leído el texto varia veces podemos empezar a aplicarlo en la vida, ¿Qué nos quiere decir Dios por medio del texto?, esta reflexión pretende ver la riqueza del texto y buscar entre todos el mensaje y la actualidad de dichas enseñanzas para nosotros hoy, aquí y ahora.
 
        Esta actitud de rumiar el texto tiene como finalidad el descubrir el mensaje que la palabra encierra para mi en el hoy: es un dialogo entre lo que Dios me dice en su palabra y mi vida El texto así adquiere actualidad y se convierte en un mensaje para mi. Nos podemos preguntar. ¿Qué me dice el texto en mi situación personal?
 
 Contemplatio (contemplación): es la oración totalmente gratuita, desinteresada, donde simplemente buscamos conocer al señor y estar son el, mirándolo, aprendiendo su estilo, su manera de ver las cosas, de actuar. Lo miramos para imitarlo, para vivir como él lo hizo, para ser como el.
 
        Uno podría participar del pasaje, siendo uno más de la escena, buscando vivir lo que se esta narrando en el texto. Colocarse al lado de Jesús, o de los personajes, y ver lo que hacen, oír lo que dicen, mirar sus gestos y reacciones. Principalmente mirar a Jesús, mirarle a los ojos, ver como se manifiesta, como es, como está, que hace, lo que siente, como reacciona, sus actitudes, sus gestos.
 
        Algo muy importante es darse un tiempo de silencio para escuchar lo que el señor inspira, dejar que el señor se revele en la profundidad del silencio.
 
   Oratio (oración): este es el momento propio del encuentro personal e íntimo con el señor, es el momento de la oración.
 
        Después de haber escuchado la palabra, de haber reflexionado, conocido por dentro, de haber participado en el pasaje y de haber conocido a Jesús o a los personajes, después de escuchar al padre, por medio de la palabra, ¿Qué le digo?, ¿Qué tengo en el corazón que me gustaría expresarle al señor? Después de haber conocido y visto su revelación o manifestación, ¿Qué dejo el texto en mi y que me inspira a manifestarle al señor?, lo que siento, lo que necesito, lo que me tocó. Es importante que las oraciones sean dirigidas directamente al señor, para que no resulte un comentario, sino un dialogo de corazón a corazón con el padre o con Jesús, o con el espíritu Santo.
 
 Actio (acción): es el momento de llevar a la practica lo Dios ha puesto en mi en este encuentro.
 
        El actuar es una parte que nos quiere recordar que la palabra no es solo para ser conocida, reflexionada, sino que ella debe ser vivida, llevada a la práctica. Jesús nos dice: bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en practica (Lc 8,21; 11, 28). De ahí que no podemos tener una actitud de espectadores, sino que debemos sentirnos implicados en y con el texto.
 
        Después de este encuentro con la palabra y con el señor por medio de ella, no puedo salir igual, no puedo tener la misma forma de vida, algo debe cambiar en mi vida.  
 
Tipos de oración
 
 
La oración de petición: mediante la oración de petición se muestra la conciencia de la relación con Dios; por ser criaturas, no somos ni nuestro propio origen, ni dueños de nuestras adversidades, ni nuestro fin último; pero también, por ser pecadores, sabemos, como cristianos, que nos apartamos de nuestro padre. La petición ya es un retorno hacia Él y un camino que nos une a nuestros hermanos por quienes también pedimos.
 
La petición de perdón es el primer movimiento de la oración de petición (el publicano: “ten compasión de mi yo soy pecador”, Lc 18, 13) es el comienzo de una oración justa y pura. La humildad confiada nos devuelve la luz de la comunión con el padre y su hijo Jesucristo, y de los unos con los otros (Jn 1, 7-2, 2): entonces “cuando pidamos lo recibimos de él (1 Jn 3,22). Tanto la celebración de la eucaristía como la oración personal comienzan con la petición de perdón.
 
 
La oración de intercesión: la intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único intercesor ante el padre en favor de todos los hombres. (Rm 8, 34; Jn 2, 1; 1 Tm 2, 5-8). Es capaz de salvar perfectamente a los que por él llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor (Hb 7, 25). Él propio espíritu santo intercede por nosotros. (Rm 8, 26-27).
 
Interceder, pedir favor de otros, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la iglesia, la intercesión cristiana participa de la de cristo: es la expresión de la comunidad de los Santos. En la intersección, el que ora busca “no su propio interés sino el de los demás” (Flp 2, 4), hasta rogar por los que le hacen mal.
 
La intersección cristiana no conoce fronteras: “por todos los hombres, por todos los constituidos en autoridad” (1Tm 2,1), por los perseguidores (Rm 12,14), por la salvación de los que rechazan el evangelio...” 
 
 
La oración comunitaria: para que haya oración comunitaria no basta que se unan varias personas a orar. Es necesario que se constituya un sujeto común de oración compartida por todos. Que, al invocar puedan decir en verdad <<nosotros>> sin que nadie quede aislado. El mismo hecho de consagrarse, el compartir los mismos sentimientos de fraternidad y el modo de realizar la oración han de expresar este deseo de dejarse animar por el único y mismo espíritu que habita en ellos (Rm 8, 26) nunca esta oración se ha de convertir en cenáculo cerrado. Seria una contradicción.
 
Las posibilidades de la oración comunitaria son muchas, pues no es necesario seguir una estructura ni unas fórmulas litúrgicas fijas. Se puede compartir el silencio ante Dios o escuchar juntos su palabra de múltiples formas. Se puede utilizar oraciones preparadas o suscritas espontáneamente, otras. Se puede recitar una oración todos juntos o alternarla en dos coros. Se puede rezar salmos o cantar. Lo importante es que la oración este al alcance de todos, que se evite el intimismo, que no se caiga en la rutina y que la oración nazca espontáneamente de la fe y de la vida del grupo. Esta oración no es solo expresión de la comunidad, sino un medio precioso para robustecer la vida comunitaria en el seno de la iglesia.  
 
La oración de la iglesia es personal y comunitaria, porque el ser humano es por naturaleza, individual y social y toda oración cristiana por su misma esencia de acto relacional, de amor, es siempre personal; de lo contrario se convierte en un rito o en un acto en el que solo queda implicada la memoria y los labios, con lo cual deja de ser un acto humano. Como acto humano es individual y social o comunitario por lo que es la iglesia comunidad de oración, donde el creyente
Está llamado a vivir la unidad con el padre a través del hijo en la vivencia del espíritu.
 
Unas pistas para orar
 
Lo primero es querer orar.
 
Lo segundo es buscar un espacio personal. Buscar un ambiente externo que ayude el silencio, al encuentro. Buscar un silencio interno que me ayude a concentrarme, a centrarme en mi interior. Para orar tengo que ir a la soledad.
 
Lo tercero, soy consciente de mi mismo. Con otra expresión: me concentro, intento tomar conciencia de mi, de saberme aquí y ahora, de estar presente, atento, despierto, vigilante, totalmente, todo entero. Sereno de mí ser. Sereno de mi mente, mi corazón, mi afectividad, mi voluntad, mi cuerpo, mi espíritu, mi alma. Me pacifico.
 
Lo cuarto es soy consciente de Dios. Tengo claro que Dio está presente. Que Dios, en Jesús, está en mí. Que mi vida esta en la suya y la suya en la mía.
 
Lo quinto es hacer encuentro. Yo estoy presente con mi pobreza, con mi barro. Estoy pobre, humilde, vacío. Estoy presente lleno de esperanza, lleno de ternura y cariño por El. Estoy presente y sé que El es mi origen, mi guía mi meta. Estoy presente y me olvido de mí. Pongo los ojos en su don, que es Jesús estoy presente en su presencia. Y El lo es todo para mí.
 
Un sexto paso es abandonarse a la acción del espíritu santo. Es muy importante tener conciencia de que quien ora en el encuentro con Dios es el espíritu de Jesús. Y que el nos va a conducir a Jesús. y que el despertara nuestro corazón a Dios. Y que el realizara en nosotros las maravillas que Jesús hizo por nosotros. Y que el nos tocará el corazón con la palabra, con el silencio, con el sentimiento, con algo que el nos trae a la mente, con la conciencia de que somos pecadores, con la alegría de que Dios es nuestro padre.
 
Un séptimo paso es centrarse en Jesús. Es lo esencial de la oración. Es la única oración cristiana. Es esencial porque la oración es encuentro, es dialogo, es presencia. La oración es la experiencia de Dios en Jesús. En Jesús y solo en Jesús.
 
Un octavo momento es agarrase a la palabra de Dios. Ella es el soporte de la oración. Ella es quien alimenta la fe del orante. Ella es quien hace presencia de Dios. Ella es quien nos introduce en el misterio de Dios. Ella es quien nos revela a Jesús. Ella es quien nos ora.
 
Un noveno momento será el de pedir ayuda y agradecer. Pedir ayuda al espíritu de Jesús para cambiar de vida. El de contar con la fuerza del espíritu de Jesús para que todo lo que en la luz y paz se haya visto en la oración, ahora se lleve a la vida con fuerza y paz. Y agradecer por los dones y bendiciones que me concedió en ese dialogo de hijo a padre.
 
Como décimo momento será el del compromiso. Oración que no cambie la vida no es oración. Oración que se quede en mero sentimiento o idea, será otra cosa, pero no oración cristiana. La oración cristiana tiende siempre a la conversión del orante. Y convertirse en cristiano no es ir asumiendo en la propia vida el estilo de vida de Jesús.
 
 
 
 
 
Taller
 
 
 
  1. con tus propias, palabras para ti, ¿Qué es la oración?
  2. redacta una oración de petición, luego redacta tu oración de intercesión.
  3.  busca las citas bíblicas que están en el texto, escoge la que más te guste y has un dibujo referente a la lectura.
  4. la palabra del señor llego a mi en estos términos:
“Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta de las naciones”.
 
Yo respondí:
“¡Ah, señor! Mira que no se hablar, porque soy demasiado joven”. El señor me dijo: “no digas: ‘soy demasiado joven’, porque tu iras a donde yo te envié y dirás lo que yo te ordene. No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del señor-“.
El señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo:
“yo pongo mis palabras en tu boca. Yo te establezco en este día sobre las naciones  y sobre los reinos, para arrancar y derribar, para perder y demoler, para edificar y plantar”. 
La palabra del señor llego a mi en estos términos: “¿Qué ves, jeremías?” yo respondí: “veo una rama de almendro”. Entonces el señor me dijo: “has visto bien, porque yo vigilo sobre mi palabra para realizarla”. La palabra del señor llego a mi por segunda vez, en estos términos: “¿Qué ves?” yo respondí: “veo una olla hirviendo, que se vuelca desde el norte”. Entonces el señor me dijo: “del norte se desencadenará la desgracia contra todos los habitantes del país. Porque ahora voy a convocar a todas las familias de los reinos del norte –oráculo del señor-.
Ellos vendrán, y cada uno instalará su trono la entrada de las puertas de Jerusalén, contra todos los muros que la rodean y contra todas las ciudades de judá. Pronunciaré mis sentencias contra ellos, por todas sus maldades, porque me han abandonado, han quemado incienso a dioses extraños, y se han postrado ante las obras de sus manos. En cuanto a ti, cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que yo te ordene, no te dejes intimidar por ellos, no sea que te intimide yo delante de ellos.
Mira que hoy hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo e, país: frente a los reyes de judá y a sus jefes, a sus sacerdotes y al p8ueblo del país.
Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del señor-“.
 
Es hora de aplicar los conocimientos que adquiriste sobre la lectio divina.
Con la lectura anterior practica la lectio divina.
 
Después de la oración responde las siguientes preguntas:
 
¿Cuáles son los personajes que participan de la narración?
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¿Cuáles son las acciones que se describen y quiénes las realizan?
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¿Cuáles pueden ser los sentimientos que encuentras presentes en cada uno de los personajes? ¿Estos sentimientos que los lleva a hacer?
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